Se trata, sin duda, de un juego visual de contradicciones espaciales que Medina pretende, intencionalmente, se conviertan en sugerencias "abiertas" a múltiples posibilidades perceptivas, por lo que el cuadro posee ocho soluciones parciales, ninguna definitiva son ocho posiciones desde las que el espectador puede acceder a sus propuestas.
Jorge López Anaya
Su pintura actual, iniciada en 1982, responde a lo que se podría llamar una NUEVA GEOMETRÍA SENSIBLE Y CÓSMICA, encuadrada en una visión dinámica como un NUEVO FUTURISMO ABSTRACTO.
Se ha propuesto plasmar el espacio-tiempo de la percepción de una hiperrealidad que no se puede ubicar ni en el espacio ni en el tiempo. Nuestros sentidos captan la existencia de la forma en el espacio y en el tiempo, pero existe otra existencia potencial que origina la anterior cuando es captada por los sentidos. Es lo que llamamos "potencia" cuando definimos la forma como acto y potencia.
Existe en su pintura un "fluir" destructor del límite formal que se capta subjetivamente por la intersección y " compenetración de formas similares o diferentes dentro del mismo o diferentes espacios.
Notamos un dominio ordenador y no conflictivo de
fuerzas simultáneas que se consigue por medio de la dirección de las líneas de fuerza y el "corrimiento" sobre los ejes, generalmente en fuga, no hacia el horizonte, porque no existe horizonte en esta pintura que tiene al cuadrado como campo visual y que se "desarrolla en el tiempo" en un espacio continuo. Por esta razón fue diseñado el cuadro en su parte posterior, para ser girado optando por alguna de las ocho posiciones que permite el cuadrado.
En la pintura de NORBERTO MEDINA, la "aparente" forma está en fuga hacia el infinito plástico en un viaje sin fin.
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